4 de Junio 1805Nuevos ataques ingleses al sur de Finisterre.VALOR E HIDALGUÍAEN MUROS.
De nuestro corresponsal en la zona: Fernando J. Suarez de Miguel
Después del osado ataque al interior de la ría deCamariñas, el buque británico Loire ha sido el causante de nuevas acciones contra los súbditos y los bienes de Su Majestad Católica en la zona al sur del Cabo de Finisterre.
Según despachos de fuentes bien informadas el capitán Maitland, al mando del Loire, supo por boca de marineros apresados del capturado corsario Esperanza de la existencia de una nave corsaria francesa de veintiséis cañones fondeada en Muros, en la comarca de las Rías Bajas, y lista para hacerse a la vela.
Resuelto a capturar o destruir la nave francesa, alrededor de las nueve de la mañana de hoy día cuatro, el Loire arrumbaba con la marea a las inmediaciones de Muros remolcando los botes con el trozo de abordaje, cincuenta almas entre oficiales y hombres bajo el mando, nuevamente, del bizarro teniente Yeo asistido en esta ocasión por los tenientes de los marines reales Samuel Mallock y Joseph Douglas y el segundo teniente en funciones Charles Clinch.
Nada más alcanzar la punta de Muros, el Loire se vio sorprendido por el fuego de una pequeña batería de dos piezas largas de 18 libras. Aunque el capitán Maitland ordenó contestar al fuego pudo constatar que los cañones enemigos estaban tan ventajosamente situados que podrían causar graves daños a su nave sin apenas recibir daños por el fuego contrario. En consecuencia, se encomendó al teniente Yeo la misión de desembarcar e inutilizar la batería.
Una vez que los botes de Yeo se dirigieron hacia la costa, Maitland arrumbó su nave hacia el interior de la bahía de Muros para descubrir dos naves corsarias francesas: la corbeta Confiance de trece portas por banda y el bergantín Belier de diez por banda. Al parecer ambos buques estaban en posición de abrir fuego pero, por razones que desconocemos, ninguno de ellos lo hizo. Ello permitió que la tripulación del Loire concentrase su atención en un fuerte dotado de una batería de doce piezas largas de 18 libras que, inmediatamente, abrió fuego a una distancia menor a un cuarto de milla.
Maitland ordenó repeler el fuego del fortín pero el tiro inglés, aunque bien dirigido, resultaba ineficaz frente a la recia construcción enemiga. Durante varios minutos, el Loire sufrió un castigador cañoneo que causó varias bajas, concretamente nueve heridos tres de ellos graves.
Creemos que de haber continuado el fuego, muy posiblemente el navío inglés hubiera resultado destruido o capturado pero la intervención del teniente Yeo resultó decisiva.
Tal y como se le había ordenado, Yeo y su fuerza de asalto han desembarcado y, tras una breve refriega, neutralizan la pequeña batería que hostigaba al Loire desde la punta. Sin embargo, apercibido del castigo que estaba sufriendo su nave a cuenta de las piezas del fortín, resolvió asaltarlo. Pese a desconocer el número y fuerza de sus ocupantes, Yeo dirigió a su exigua tropa por tierra alcanzando la puerta exterior del fuerte.
Los españoles, que no habían previsto en modo alguno un asalto terrestre y dado que toda su atención se concentraba en el Loire, habían dejado abierta la puerta por la que irrumpió la tropa inglesa. La guarnición contaba con veintidós soldados españoles mas un considerable número de caballeros y aldeanos voluntarios y unos cien hombres de la dotación del corsario francés Confiance. La lucha en el interior fue breve y sangrienta pero la sorpresa y el arrojo fueron bazas fundamentales para que, al poco tiempo, los colores británicos ondeasen en lo más alto del fuerte. Acto seguido, una vez clavados los cañones y destrozadas las cureñas, se procedió a volar las troneras y otras partes del fortín para embarcar en los botes y regresar al Loire. Las bajas en la fuerza el teniente Yeo fueron de seis heridos, incluyendo al propio Yeo, al señor Clinch, tres marineros y un marine.
Paralelamente el capitán Maitland, tras hacerse cargo de los dos corsarios franceses y de un bergantín mercante español también fondeado, envió un mensaje a la población asegurando que en ningún momento se darían actos de pillaje ni se atentaría contra las vidas y bienes de propios.
Una delegación formada por notables de Muros agradeció personalmente al capitán inglés su noble gesto así como el cristiano proceder del teniente Yeo y sus hombres con los heridos españoles y franceses del fortín.
Una vez más se sienten los efectos del bloqueo británico y de la audacia de sus ataques. Al menos cabe agradecer comportamientos como los del capitán Maitland que, en su derecho a hacer la guerra, procuran evitar sufrimientos a los paisanos.
Editorial: Los agresivos bloqueos ingleses de nuestras costas causan un continuo e insoportable daño. Sin embargo sus costas están libres de nuestros ataques, tal es la superioridad de su marina. Superioridad que
se manifiesta en su osadía y seguridad en sí mismos en las acciones que acometen, ayudados también del
profundo conocimiento de los defectos de sus enemigos, en cuanto a improvisación, falta de coordinación y
medios de defensa.