15 de junio de 1805 Travesía de regreso de la flota combinada
De nuestro corresponsal en el “Argonauta”, buque insignia del almirante Gravina.Manuel Broullón Acuña
Está amaneciendo, y comienzo a divisar a proa y a popa, a babor y a estribor, del navío «Argonauta» las naves de la flota combinada, llevando todo el trapo desplegado con rumbo NNE. Hace ya una semana que hemos abandonado Port Royal (Martinica), en el Caribe, e iniciado el regreso hacia Europa, evitando así el encuentro con los 11 buques de la flota de Nelson a quien, burlado por segunda vez, imagino herido en su amor propio y buscándonos infructuosamente por las Antillas.
Aunque periodista, realizo las tareas a bordo encomendadas en el rango de marinero y según he podido saber, durante la pasada madrugada y según fuentes fidedignas próximas al almirante Gravina, éste comunicó a sus oficiales el «Plan A» previsto: Proceder a El Ferrol e incorporar los 5 navíos franceses de Gourdon y 10 más, españoles, que allí esperaban al mando de Grandallana, para luego partir hacia Brest, unirse a la flota de Gantheaume y marchar a Boulogne donde se pondrían a las ordenes directas de Napoleón para apoyar el desembarco. Para ello deben desorientar a la Navy, evitando el choque frontal y a lo sumo dar una batalla parcial.
Los allí presentes convinieron que era una estrategia arriesgada que pretendía debilitar el «muro de madera» en torno a las costas inglesas y alejar sus mejores unidades, las de Nelson por supuesto, de manera que si había que presentar batalla en el Canal de la Mancha, al menos que fuese con mayor igualdad y con posibilidad de salir airosos.
¡Pero una cosa era el plan y otra su ejecución! El comandante Pareja lamentó que la flota francesa procedente de Rochefort que debía esperarnos en las Antillas, iniciara el regreso cuando aún no habíamos arribado a Port-Royal. Sin embargo, animando a los suyos, Gravina dijo: «¡Horatio Nelson ha caído en el ardid y aún le llevábamos varias jornadas de ventaja!»
Por otra parte, las prisas han impedido que hagamos un suficiente aprovisionamiento a bordo, y dado el exceso de hombres en la tripulación, esto puede acarrearnos serios contratiempos (escasez de agua, deterioro de las provisiones de galleta, enfermedades,…) si en la singladura de vuelta el clima no es favorable y ésta se prolonga excesivamente. Esto comportaría un grave riesgo justo en el momento en que arribemos a las costas europeas, donde nos espera la Royal Navy con sus tripulaciones frescas mientras que la nuestra estará debilitada y enferma. ¡Pero toquemos madera! ¡Que hay mucha, por cierto!
Nota de la redacción: El «Argonauta», navío construido en El Ferrol, fue el último de los navíos de línea construidos en España en el siglo XVIII, entró en servicio para la Marina Española en 1796, siendo por tanto un buque nuevo y con las más recientes innovaciones del momento. Desde sus primeras singladuras ha estado muy unido a la carrera del almirante Gravina, ya que es el buque insignia de la flota española en la travesía atlántica de ida y vuelta junto a las unidades de Villeneuve.
Dimensiones: 52,8 metros de eslora, 14,7 m de manga, 6,4 de puntal, 48 m de quilla y un arqueo de entre 1.630 y 1.670 toneladas.
Tripulación: 798 hombres, divididos en 19 oficiales de marina, 11 oficiales mayores, 36 oficiales de mar, 279 hombres de tropa de infantería de marina, 61 de artillería, 99 hombres de artillería de mar, 160 marineros, 120 grumetes y 21 pajes, sobrando al reglamento de embarque 61 hombres.
Armamento: 80 cañones(de entre 32 y 12 libras) y 4 carronadas, estas últimas montadas en la cubierta superior.
Nuestro corresponsal «Manué», marinero y periodista a bordo del Argonauta