LAS FLOTAS CONTENDIENTES EN TRAFALGAR
Julio Terrón
Marina española
De la magnífica flota que Carlos IV recibió de su padre Carlos III en aquellas fechas y a duras penas se consiguieron armar 30 buques en toda España. Los buques tenían cascos de diseños excelentes, muy maniobrables, marineros y de buena madera de Cuba. Sin embargo, las velas, cabos, pertrechos, mástiles, que normalmente en tiempo de paz se importaban del norte europeo ahora al estar los puertos bloqueados tuvieron que proveerse del propio país y su calidad era muy baja (no estábamos industrializados por el largo subsidio del famoso oro de América, donde comprar siempre se prefirió a fabricar).
Al haber escasez de medios económicos en el país, que algunos historiadores no dudan en definir como bancarrota, fruto de años de guerra, de una mala política comercial, de los saqueos y bloqueos ingleses, de una falta de industrialización del país, y de una aristocracia que supo mantenerse con sus gastos y privilegios, provocó que los barcos estuvieran fondeados, bloqueados, no se hicieran prácticas de tiro. Esto hizo que muchos de nuestros ilustres marinos fueran más científicos que lobos de mar. Científicos muy apreciados en los ambientes europeos, donde se llevaron las manos a la cabeza al conocer su muerte en la batalla.
Pero lo peor de todo era la marinería. Unos, presidiarios que cumplían sus penas a bordo, otros, gente campesina de reciente leva forzosa, inexpertos, indisciplinados y prontos a desertar. Ya Mazarredo, a raíz de la derrota naval de San Vicente, avisó del mal endémico de nuestra flota con su falta de buena marinería, pero no se le hizo caso y fue invitado a retirarse.
A Antonio Valdés, después de dar su informe, le sucedió lo mismo y dijo: “En España no hay Ministro dispuesto a aceptar buenamente un rodaje que reduzca sus facultades y anule sus iniciativas caprichosas”. En este país nuestro, decir la verdad es peligroso. No obstante, en los últimos años, se incorporaron a la flota obuses en cubierta y gatillos de disparo para los cañones y se estudiaron las tácticas y movimientos de la flota inglesa.
Marina Francesa
Nuestros amigos los franceses tampoco estaban mucho mejor. Al estallar la revolución los almirantes y demás mandos fueron vistos como aristócratas pro realistas y muchos fueron perseguidos y guillotinados o huyeron a otros países. Llegaron a perder 3 almirantes, 18 contraalmirantes, 180 capitanes, 80 tenientes, 200 alféreces, 300 aspirantes.
Esta falta de mando produjo anarquía, motines, abandono y la falta de experiencia de la marinería con el resultado de fáciles capturas de buques por parte inglesa. Napoleón siempre se quejó de no disponer de buenos almirantes y aceptó a Villeneuve por considerarlo como un hombre de suerte al evadirse de la derrota de Aboukir con 4 buques. Comprendió la importancia estratégica de disponer de una buena flota y dio directrices claras para iniciar la recuperación. Sólo le dio tiempo a construir buques marineros de 74 cañones (2 puentes) y de esta forma la estrategia francesa de ataque era abarloarse al costado del buque enemigo y tratar de saltar al abordaje para adueñarse de su cubierta. En total entre los dos países se tenían unos 70 buques.
Marina inglesa
Por el contrario, la flota inglesa además de ser más numerosa era mucho más profesional, pues, aunque tenía gente de leva, muchos marineros provenían de la marina mercante. Hacían prácticas de tiro, confiaban en caso de tener problemas del mutuo socorro y entraban en batalla confiados, sabiéndose triunfadores de antemano y todo el mundo sabiendo su cometido, no esperando órdenes de última hora. Se calcula que en 1803 se llegaron a gastar un tercio del presupuesto. Una idea de su poderío la da la cifra de capturas en las guerras napoleónicas: 1209 buques enemigos frente a solo 166 británicos. Llegaron a tener unos 200 buques, mucho más que los de España y Francia juntas.